EL PARAGUA LILA
La mañana comenzó diferente, salí más temprano de lo habitual al trabajo y como mis padres iban en la misma dirección, decidí subir al auto con ellos. Llovía torrencialmente, lo que vuelve manejar en Santiago un acto casi suicida, esto hizo que el viaje fuera tenso y silencioso.Ya al llegar al trabajo de mamá, la lluvia había declinado, dando pie a esa sensación de calma que precede a la tormenta, las nubes suben y el viento tibio recorre la ciudad, abarcando cada rincón. Baje del auto a unas calles de mi oficina; mi transparente paraguas me permitió la visión.Caminaba lentamente disfrutando las suaves gotas de lluvia y el viento tibio; soñando despierta a través del transparente lila de mi paraguas.eSentía la tibieza del viento rozar mi mejilla y entrar sin permiso alguno por mi bufanda y gorro, y patudamente acariciar mi cabello... cuando sin previo aviso sucedió... Ante mis sorprendidos ojos la más hermosa visión... él se desnudó, el árbol frente a mis incrédulos ojos se sacudió provocando una violenta caída de hojas; las cuales flotaban sutilmente gracias a la brisa cálida que nos envolvía.Y allí... deslizándose, cientos de anaranjadas hojas, caían ante mí; había más personas y ningún par de ojos volteo hacia el árbol... nadie agradeció el “streaptease” que el árbol ofreció, y por más que busque y busque otro rostro sorprendido y feliz, nada... solo grises rostros bajo negros paraguas caminaban indiferentes mientras mi alma gozaba.
Conchita Figueroa, Stgo. mayo 2007