Tu marido es tu hijo más malcriado
Hola, no podía dejar de compartir esta columna con ustedes, es GENIAL y hecha por un hombre...
Es todo lo que pensamos las mujeres pero expresado y reconocido por un hombre.
En fin de la Columna VIDA CASADOS&SOLTEROS de la Revista Mujer de La Tercera, escribió NICK BEER... lo siguiente:
Una de las razones por las que me niego a casarme y, por ende, a tener hijos -¿o alguien cree que en este país se puede pensar en la opción europea de ser sólo dos para el resto de la vida?- es que no estoy dispuesto a compartir el amor de mi mujer con esos mocosos ni tengo el más mínimo interés en que ella me entregue lo que sobra de afecto después de despertar, vestir, alimentar, acompañar, ir a dejar, bañar, secar, ir a buscar y abrazar a "nuestros" hijos.
Seamos honestos: las mujeres nos aman, adora y veneran hasta que son mamás. Desde el primer hijo en adelante uno pasa a ser un elemento secundario, una especie de accesorio, un reserva calentando fuera de la cancha. Y no lo digo yo, que claramente no soy el experto; lo dice Martín Pablos en estas mismas páginas, lo dicen mis amigos casados, lo dicen las sicólogas que escriben aquí, lo dice la ley de la vida. Claro que no es cosa de plantear el asunto así como así en cualquier parte, pues se trata de un tema políticamente incorrecto y uno queda como el más bruto de los brutos si pretende criticar el sagrado e infinito vínculo entre madre e hijo, y no sólo como un insensible, sino también como un inmaduro, poco evolucionado y cabro chico que quiere llamar la atención.
Me imagino que deben estar pensando que en realidad no es tan así, porque ahora los hombre son más cercanos como padres, educan por igual con sus mujeres, ya no son distantes como antaño, participan, y todo el discurso cada vez más repetido. Es cierto, las cosas han cambiado, pero sólo en parte, porque la verdad es que seguimos siendo unos pendejos que, cuando nos permitimos con honestidad ser niños chicos, sólo hablamos de potos, tetas, motos, autos y fútbol. ¿O ustedes se imaginan un Club de Toby donde el tema de la noche sean los colados, los enteritos o lo importante que es hablarles a los hijos de conceptos como generosidad, amor y valores? Ninguna posibilidad, olvídense. Se los digo con años de experiencia en el arte de juntarse con los amigos casados a comer y tomar. Lo único que quieren los pobres macabeos es olvidarse por tres horas de que son papás, maridos y trabajadores.
Pero no quiero salirme de la línea argumental, porque tengo más elementos para profundizar en esto de que los hombres no dejamos nunca de ser niños. Y elementos potentes, como la investigación que se acaba de hacer en Francia y que demuestra que las mujeres que trabajan y viven con sus parejas dedican más tiempo a las tareas domésticas que las que viven solas. Y que, por otro lado los hombres disminuyen las horas que invierten en el aseo de la casa una vez que empiezan a vivir con sus parejas. Llevado a números, el estudio dice que una mujer que trabaja hace 15 horas de tareas domésticas a la semana cuando viven en pareja y apenas 10 horas cuando vive sola. En cambio los hombres, que hacen 7 horas laborales domésticas cuando viven solos, hacen sólo 5 cuando cohabitan. ¿Flojos? ¿Caraduras? Un poco, pero sobre todo niños que apenas volvemos a tener una mujer adulta cerca la convertimos en mamá de manera inconsciente. Una mamá a la que queremos para nosotros solos. Que nos mime, nos cuide, nos toque, nos mire y nos escuche atentamente. Que nos cocine cosas ricas, nos saque los puntos negros y los pelos de los lunares, que nos ponga protector solar en verano y nos lave el pelo cuando nos damos un baño juntos, que nos traiga el desayuno a la cama, nos haga regalitos sorpresa, que saque una aspirina de la cartera cada vez que nos duele la cabeza. ¿Si o no? Es la pura verdad, somos el hijo mas malcriado aunque lo disimulemos, aunque cueste confesarlo y aunque los que tienen descendencia lo sufran en silencio.